viernes, 17 de abril de 2009
Belmonte y Manolete, las columnas de Hércules del toreo moderno.

El toreo a pie tuvo sus inicios de una manera muy desorganizada al principio del Siglo XVIII. Era como un circo, con los toreros realizando originales, atrevidos y, a veces, sádicos pases, completamente carentes de arte. En la segunda parte de ese siglo, la tauromaquia comenzó a tomar la forma de un espectáculo orgánico. Toreros profesionales, tales como "Costillares", Pedro Romero y "Pepe-Illo" con sus invenciones y sus técnicas les infundieron a la fiesta brava un cierto orden, sin eliminarle completamente su tono carnavalesco. Este aspecto del toreo de aquella época puede percibirse en los cuadros y dibujos de La Tauromaquia del genial Goya.
Durante la primera mitad del siglo XIX el toreo se formalizó como un espectáculo serio, en el cual los toreros empezaron a depender más en la técnica y el valor estético de su labor que en la demostración de atrevidos pases regidos por el azar y la habilidad atlética del ejecutor. Entonces aparecieron grandes figuras como Montes, "Chiclanero", "Cúchares" y Cayetano Sanz, quienes usaron sistemáticamente ciertas técnicas para asegurar un previsible resultado en sus enfrentamientos con los terroríficos toros que ellos lidiaban. Las escuelas 'rondeña' y 'sevillana' fueron clasificadas por los aficionados, quienes caracterizaron a la primera como poseyendo más tendencia hacia el dominio y la sobriedad, y a la segunda como teniendo un tono más artístico y liviano. El toreo como un arte dramático aún se encontraba entonces en un estado embriogénico, pero la básica estructura creada entonces cimentó el espectáculo taurino como la fiesta nacional de España y la mantuvo sólida hasta hoy.
En la mitad de ese siglo, la fiesta entra en una 'era dorada' que comienza con las apariciones en los ruedos de los grandes maestros "Lagartijo" y "Frascuelo", continúa con las proezas de Luis Mazzantini, "El Guerra", "El Espartero" y Reverte, y llega al cenit en la primera década del Siglo XX con el advenimiento del todopoderoso José Ortega "Joselito" quien sintetiza todo lo mejor del toreo de entonces. A "Joselito" se le considera como el diestro más completo del estilo añejo de torear.
Pero, ¿qué era la fiesta hasta ese momento? Era un heroico y sangriento espectáculo, una orgía de color y luz, dotada de aislados movimientos estéticos. En sus faenas, los toreros, moviendo brazos y piernas daban diversidad de pases con el objeto de dominar un toro repleto de brutal energía, y prepararlo para la parte más crucial de la faena: la ejecución de la estocada para matarlo. El toro era un monstruo de al menos cinco años con desarrollados ofensivos y defensivos sentidos. Cada toro presentaba un complejo problema que debía ser resuelto por el matador y su equipo durante la lidia. Los lidiadores se jugaban la vida en cada pase. Era una guerra, en donde el buen lidiador, como un general, debía tener un plan estratégico de acción para resolver prontamente los problemas que ofreciera el animal. El diestro también tenía que estar dotado con la fuerza física y la agilidad de un atleta, y con cierto grado de arte para llevar a buen fin su actuación. Era la norma del público, los aficionados y los críticos de entonces de valorar más la maestría y el valor en el ruedo del diestro que su arte. Reconocer a un torero como 'un buen lidiador' era el mejor elogio que pudiera hacérsele.
Al analizar la tauromaquia basada en su geometría, del 'toreo antiguo' podríamos decir que el torero y el toro ocupaban diferentes planos paralelos---terrenos---. Ellos parecían circular por diferentes carriles. La táctica del lidiador consistía en asegurarse que la trayectoria del animal fuera paralela a la suya sin que confluyera con ella. Pero cuando eso fuera imposible, el torero trataba que la intersección de las dos trayectorias fuera lo más breve posible, como un boxeador que repentinamente le pega a su más poderoso contrincante un golpe, y rápidamente se sale del alcance del brazo del oponente, o sea un visto y no visto.
Hasta el 1913 José Gómez "Joselito" reinó en solitario en el toreo sin encontrar una considerable oposición. "Joselito" había perfeccionado lo que sus antecesores habían innovado. El era un toreo clásico que respetaba los cánones de la tauromaquia. Entonces sucedió que el 'revolucionario' Juan Belmonte aparecería en la escena para modificar los básicos conceptos de la forma de torear que imperaba entonces.
Las denominaciones 'clásico', 'fenómeno' y 'revolucionario' a menudo se usan para clasificar a las figuras del toreo. Un torero clásico es uno que respeta los modos establecidos en la manera de enfrentarse con un bravo animal. Este quizás pudiera torear mejor que nadie, y a lo mejor pudiera perfeccionar lo que existe, e incluso se atrevería a inventar algunas suertes, pero no introduce un cambio significativo en la lidia. Antiguas y actuales figuras que merecen esta clasificación son "El Guerra", el ya mencionado "Joselito", Domingo Ortega, Fermín Espinosa "Armillita", Pepín Martín Vázquez, Antonio Ordoñez, Paco Camino, "El Viti", "Espartaco", Manolo Martínez, José María Manzanares, José Arroyo "Joselito", César Rincón, Enrique Ponce, José Tomás y "El Juli", entre otros.
Por el contrario el torero 'fenómeno' rompe los moldes clásicos del toreo, y torea a su manera con gran éxito. Los cambios que estos introducen en la lidia les sirven a ellos pero, por la razón que sea, sus innovaciones no son transferibles a otros diestros. Esos toreros, generalmente, consiguen un éxito y una popularidad enorme, pero a veces efímera, y a sus logros se les reviste con una aureola legendaria, como sucedió con "El Espartero" en la antigüedad, Carlos Arruza en los cuarenta, con Miguel Báez "El Litri" en los cincuenta, Manuel Díaz "El Cordobés" en los sesenta, y "Jesulín de Ubrique" en los noventa, aunque este con menos repercusión que los otros.
Por otro lado, los toreros 'revolucionarios' son 'fenómenos' que consiguieron convertir sus innovaciones en una parte integral de las tauromaquias venideras. En los inicios del toreo, cuando el toreo estaba en su infancia, había más razón y lugar para las innovaciones, así hasta finales del Siglo XIX varias figuras impusieron cambios que afectaron la técnica de torear y la manera de celebrarse las corridas, pero conforme la fiesta se canonizaba y afianzaba, la resistencia al cambio se incrementaba. Se percibía que había menos necesidad de cambios y, consecuentemente, más resistencia a los toreros 'revolucionarios'.
No obstante en el Siglo XX, como aludía en mi introducción, dos 'revolucionarios', Belmonte y "Manolete", desbordaron esa resistencia y modificaron muchas de las normas del toreo antiguo para implantar otras, las cuales con algunas pequeñas modificaciones perduran como las bases del toreo actual.
En la versión en inglés del libro autobiográfico de Juan Belmonte JUAN BELMONTE: MATADOR DE TOROS, el mismo diestro explica el fundamento de su toreo:
Yo entraba en el ruedo como un matemático que va a la pizarra para probar un teorema. En aquellos tiempos el arte de torear estaba regido por el pintoresco axioma "Lagartijo", que decía 'tú te pones allí, y o te quitas tú o te quita el toro'. Yo estaba allí para demostrar que esto no era tan cierto como se creía. Mi teoría era que el toro no te quita si sabes como torear. Entonces había un complicado sistema de los terrenos del toro y terrenos del torero que, a mi manera de ver, era algo superfluo. El toro no tiene terreno, porque no es un ser que piensa y además no hay un topógrafo que delimite las demarcaciones. Todo el terreno pertenece al torero, el único ser inteligente en el ruedo, y me parecía natural que el terreno fuera mío.
Belmonte, al continuar expandiendo su teoría, se quejaba de la falta de comprensión de los aficionados de entonces. Se refería a ellos diciendo que en vez de entender la lógica de su ecuación empezaron a llamarle 'fenómeno' y a vaticinar que a él lo mataría un toro. Concluye que el único 'fenómeno' era la falta de entendimiento de aquellos aficionados. Dice: "Esto que lo sabe ahora el más rudimentario aficionado, no les entraba en la cabeza a aquellos aficionados que se consideraban entonces la máxima autoridad del toreo. Esto fue mi contribución al arte".
Considerando la geometría taurina de Belmonte, yo añado que lo que el genial trianero consiguió con su forma de torear era el haber puesto al torero y al toro en el mismo plano, eliminando el carril por el cual el matador circulaba, ya que este permanece estático en su terreno. El toro es forzado a gravitar alrededor del torero en una relación tangencial a un punto. Belmonte redujo a un mínimo la distancia entre el hombre y la bestia en la lidia, hasta tal punto que durante las suertes, ambos parecían integrarse en una entidad hombre-bestia
Debido a que los voluminosos toros de tosca bravura que se lidiaban en España antes de la Guerra Civil no se prestaban fácilmente a que Belmonte y sus seguidores consistentemente crearan las más asentadas y artísticas faenas que los públicos ya reclamaban, los toreros pagaron un alto precio con su sangre al incorporar la nueva técnica del toreo belmontista. El mismo Belmonte fue herido seriamente doce veces en las treinta y tanta corridas que toreó durante la temporada del 1933 y del 1934, además una docena de toreros queriendo imitar al maestro perdieron la vida en los ruedos.
Sin embargo la técnica belmontista se hizo común practica, especialmente después de que los ganaderos genéticamente produjeron, y los públicos aceptaron, un toro más apto para la moderna faena, reduciendo las asperezas y el tamaño del ganado bravo. En el proceso la fiesta brava ganó una belleza civilizada, perdiendo, sin embargo, bastante de su salvaje emoción. En el año 1937, al publicarse el libro mencionado, así opinaba el maestro Belmonte sobre el toreo de entonces:
La técnica de torear se está haciendo más perfecta cada día, cada día se está toreando mejor, más artísticamente, más cerca del toro, con una habilidad antes nunca vista. Hoy existen muchos toreros con insuperable mérito, de cualquiera de ellos se harían un par de figuras de aquellas bien conocidas que hace treinta o cuarenta años entusiasmaban a los públicos.
La forma reaccionaria de torear de Belmonte ya se consideraba clásica al comenzar la Guerra Civil española en 1936, al tiempo que el novillero Manuel Rodríguez "Manolete" apareció en los ruedos ibéricos para probar su propio teorema taurino, el cual lo resolvió ya de matador en los años cuarenta. El resultado de su forma de interpretar el toreo complementó la tauromaquia de Belmonte para así completar la definición del toreo moderno.
En la técnica belmontista, el hombre, cruzado en el camino del toro, como si intentara impedirle el paso ---cruzarse---, cita a la bestia con el engaño enfrente, como si este fuera una barrera detrás de la cual se escondía el cuerpo. Entonces, antes de que se arrancara el toro, el diestro adelanta la muleta hacia el morro del animal para engarzar al toro en el engaño y templando su embestida lo atrae hacia su propio cuerpo--'parar'---. Al mismo tiempo, el lidiador, manteniéndose en su sitio, mueve suavemente hacia fuera la pierna opuesta a la mano que sostiene el engaño en la dirección que él desea que el toro vaya ---cargar la suerte---, tratando de alargar lo más posible la trayectoria del toro extendiendo el brazo con que sostiene el engaño, mientras él permanece estático---mandar--. Esta secuencia de acciones debe de conseguirse muy despacio, como a 'cámara lenta', llevando las puntas de los pitones a centímetros de la muleta sin que la toquen ---templar--- .
El resultado de ese bello y profundo modo de torear es un pase de una larga trayectoria que una mayoría de toros pueden seguir. Sin embargo, un cierto porcentaje de animales, que desarrollan genio y que tienen cortas arrancadas, se niegan a seguir esas forzadas trayectorias. Con esos toros el lidiador se veía obligado a usar la técnica del toreo antiguo para dominarlos con pases movidos pero efectivos, los cuales carecen de la calidad artística que los aficionados ya exigían y apreciaban.
Manuel Rodríguez impuso una nueva técnica que acortaba la trayectoria del toro en los pases, haciendo más fácil el torear a animales de cortas arrancadas, o de toros que se agotaban durante la faena de muleta. "Manolete", colocado de semiperfil al toro con las piernas ligeramente entreabiertas, en vez de colocar la muleta enfrente de su cuerpo y alargarla hacía los hocicos del animal, mantenía la muleta casi pegada a su cadera en el lado de la salida del toro. Entonces, esperaba estático, sin adelantar la muleta, a que el toro viniera hacia la muleta. El encuentro con el engaño tomaba lugar unos segundos después del toro pasar enfrente del cuerpo del diestro. O sea que el acto de 'parar' se retrasaba. Como las piernas estaban colocadas de tal manera que marcaban la dirección de la salida del animal, la acción de 'cargar la suerte' con la pierna contraria no era necesaria. 'El mandar' se conseguía con un leve retorcimiento del torso, usando como eje la cintura, y extendiendo el brazo hacia el lugar a donde el torero intentaba dirigir al toro, mientras que el ejecutor del pase permanecía en una estatuesca posición con los pies, separados solo unos centímetros y firmemente afianzados en la arena. Esta posición permite un rápido movimiento defensivo si fuera necesario, y facilita el estar bien colocado para comenzar el próximo pase. Con esta técnica los pases se funden unos con otros, ya que el toro sigue la muleta en una trayectoria ovalada, en donde el final de un pase se convierte en el inicio del próximo. Esta ligazón crea la ilusión que los pases son más largos. Sin embargo, en realidad son más cortos, ya que en la técnica de Belmonte el toro viene toreado desde que el torero le adelanta la muleta, y continua en el engaño mientras dura 'el cargar la suerte' con el extendimiento de la pierna contraria, mientras que en la técnica manoletista el pase no comienza hasta que el toro pasa enfrente del torero y se alarga solo a la distancia que el brazo alcanza.
"Manolete" encontró unas condiciones más propicias que Belmonte para probar su teorema. El trianero tuvo que imponer su estilo enfrentándose con toros recios, criados para dominarlos con el toreo antiguo, que dificultaban la ejecución de su más depurada y profunda forma de interpretar el toro. Por el contrario, "Manolete" impuso su técnica lidiando toros menos bravíos y más jovenes y pequeños. Esto no fue debido a su preferencia, sino a las condiciones existentes en las ganaderías españolas, como consecuencia de los estragos de la Guerra Civil. Los combatientes de ambos bandos habían apreciado al ganado bravo más por las proteínas de sus carnes que por sus genes de bravura, por lo tanto en el año 1939, cuando "Manolete" se estaba haciendo notar, quedaban pocos animales con trapío y edad en las ganaderías españolas. Más tarde y hasta su trágica muerte en Linares en 1947, cuando los toros cuatreños y con presencia aparecieron con regularidad en los ruedos, el 'califa cordobés' continuó toreando con su revolucionaria técnica a esos respetables bovinos con tanto o superior éxito como en sus comienzos. Como resultado, a Manuel Rodríguez se le reconoce como uno de los más importantes figuras de la historia del toreo que con su técnica ha contribuido, como Belmonte, a formar las bases de la tauromaquia moderna.
La renovación manoletista no suplanta la teoría belmontista, la cual era mucho más revolucionaria, sino la complementa. Ambas técnicas han hecho posible que durante más de medio siglo los diestros toreen estéticamente y triunfen con un mayor porcentaje de toros, a los cuales antes de Belmonte y "Manolete" solo se les podían lidiar eficientemente, pero sin gran lucimiento.
Concluyo este artículo, con una observación personal sobre esas teorías. En los años cincuenta en mis actuaciones en los ruedos recuerdo que, aunque considerado como un torero de estilo sevillano, tenía la tendencia a moldear mis faenas con la clásica forma belmontista Intentaba dar pases largos citando dando el pecho, adelantando la muleta y cargando la suerte al final del pase, pero cuando el toro se quedaba corto y no respondía a esa forma preferida de torear, entonces subconscientemente y sin dudarlo, me traía la muleta hacia la cadera y en posición paralela al animal intentaba robarle al toro los pases que la más depurada forma no me permitía. Y cuando todo fallaba, como un recurso, echaba mano al toreo antiguo sobre las piernas, el cual me permitía sobrevivir manteniendo al toro en su carril mientras yo me mantenía en el mío. Sin embargo en esos momentos yo no estaba consciente ni de "Joselito", ni de Belmonte, ni tampoco de "Manolete". Yo estaba como cualquier otro torero de entonces reaccionando instintivamente a las reglas no escritas de la tauromaquia moderna.
La misma tauromaquia de mis tiempos, con algunas modificaciones circunstanciales, se sigue practicando al comenzar el Siglo XXI, ya que a pesar de que los estilos personales de cada diestro moderno se han ajustado a las condiciones del toro y a los gustos del público actual, la técnica del toreo en lo fundamental poco ha cambiado desde del reinado de "Manolete".
Mario Carrión.
miércoles, 15 de abril de 2009
Sobre la medalla de las bellas artes.
Muy Sr. Nuestro:
Por vergüenza torera -de eso se trata señor Ministro, de vergüenza- y desde el convencimiento de que le hacemos un bien al arte de torear, velando siempre celosamente por el prestigio de lo que amamos y respetamos, hemos decidido devolver las Medallas a las Bellas Artes del Toreo que nos concedió su Ministerio no hace mucho tiempo, porque el concepto Arte del Toreo lo están ustedes degenerando tanto que ha llegado a los bajos fondos del Toreo.
Las medallas no las queremos tener entre tantos y tantos prestigiosos recuerdos y trofeos que sí que valoran nuestro Arte de Torear, porque con ello traicionaríamos el valor y sentimiento de los mismos.
Atentamente,
Francisco Camino
José Tomás
Cuando conocí la noticia de que a Francisco Rivera Ordoñez le habían otorgado la medalla de oro de las bellas artes me asaltó una pregunta, ¿realmente tengo conocimientos taurinos?.
A mi juicio y creo que no estoy desencaminado, esa medalla se le concede como bien hace referencia su nombre a verdaderos artistas.
Creo que todos estamos de acuerdo que un buen torero es aquel que posee aquellas características que lo hacen completo, buen capote, buena muleta, buen estoque... si bien cuando hablamos de arte nos asaltan sentimientos y sensaciones.
Arte es componer la figura en un pase, un torero es artista cuando es un poeta.
El toreo de arte retiene en pocos movimientos la explicación de un dilema, en leves toques de muleta la resolución a una dificultad técnica, en pocos compases el movimiento musical de una sinfonía.
Odio esa locura de la vida que es el arte en busca de un componente más allá de lo representado, debemos ser objetivos y saber que no todos los toreros son dignos de merecer esa medalla.
Si la vanguardia de las artes es esta tropa, creo que el arte Español sufre una travesía por el infinito.
Por vergüenza torera -de eso se trata señor Ministro, de vergüenza- y desde el convencimiento de que le hacemos un bien al arte de torear, velando siempre celosamente por el prestigio de lo que amamos y respetamos, hemos decidido devolver las Medallas a las Bellas Artes del Toreo que nos concedió su Ministerio no hace mucho tiempo, porque el concepto Arte del Toreo lo están ustedes degenerando tanto que ha llegado a los bajos fondos del Toreo.
Las medallas no las queremos tener entre tantos y tantos prestigiosos recuerdos y trofeos que sí que valoran nuestro Arte de Torear, porque con ello traicionaríamos el valor y sentimiento de los mismos.
Atentamente,
Francisco Camino
José Tomás
Cuando conocí la noticia de que a Francisco Rivera Ordoñez le habían otorgado la medalla de oro de las bellas artes me asaltó una pregunta, ¿realmente tengo conocimientos taurinos?.
A mi juicio y creo que no estoy desencaminado, esa medalla se le concede como bien hace referencia su nombre a verdaderos artistas.
Creo que todos estamos de acuerdo que un buen torero es aquel que posee aquellas características que lo hacen completo, buen capote, buena muleta, buen estoque... si bien cuando hablamos de arte nos asaltan sentimientos y sensaciones.
Arte es componer la figura en un pase, un torero es artista cuando es un poeta.
El toreo de arte retiene en pocos movimientos la explicación de un dilema, en leves toques de muleta la resolución a una dificultad técnica, en pocos compases el movimiento musical de una sinfonía.
Odio esa locura de la vida que es el arte en busca de un componente más allá de lo representado, debemos ser objetivos y saber que no todos los toreros son dignos de merecer esa medalla.
Si la vanguardia de las artes es esta tropa, creo que el arte Español sufre una travesía por el infinito.
Tercer tercio: el momento supremo.

El último tercio de la lidia comprende la preparación del toro para la muerte con la muleta, y su muerte a estoque. Es el más trascendental de la lidia y aquel en el que el Maestro da una muestra más cumplida de su habilidad y su arte.
Aunque todas las suertes del toreo son susceptibles de ser brindadas por el diestro a alguna persona, es en la Faena donde la costumbre está más arraigada, amén de ser obligatorio el brindar la muerte del primer toro de cada espada al presidente de la corrida, resto de las ceremonias de cortesía que impregnan la fiesta desde el siglo XVII. Al requerir el diestro los trastos de matar, lleva la muleta y el estoque cogidos con la mano izquierda, la montera en la derecha, y se encamina hacia la persona a la que quiere realizar el brindis. Al llegar frente a ella, descubierto y con el brazo derecho extendido formulará las palabras de dedicatoria, tras lo cual arrojará la montera al ruedo por encima del hombro. Dice la tradición que es signo de buen augurio que la montera quede boca abajo y de malo si queda boca arriba, por lo que a veces el diestro vuelve la montera si quedó de esta manera. Aunque hoy no suelen hacerse brindis en verso, antes era costumbre extendida, y los había rituales y acomodados a las circunstancias, siendo especialmente pintorescos aquellos en que el diestro se abandonaba a la inventiva personal, y ésta resultaba descuidada y ruda.
Fué Joaquín Rodríguez Costillares quién comenzó a dar importancia a la Faena, siendo ahora el momento más importante y artístico de la lidia de un toro. Antaño era costumbre que la cuadrilla participara en la faena, cosa que ahora no sucede, salvo en contadas ocasiones y con protesta del público asegurada.
Es durante la Faena, y valiédose de la muleta, cuando el Maestro alcanza el mayor acoplamiento con el toro, realizando los pases más templados y sentidos de la lidia. Los principales pases de muleta, realizados durante la Faena, son :
- El Natural : Se coge la muleta con la izquierda y sin estoque. Se busca la distancia al toro, se adelanta el engaño, y cuando el toro inicia la arrancada, se saca la pierna para romper la trayectoria rectilínea de la res. Se deja correr la mano para mandar la embestida los más lejos posible, rematando simpre por bajo.
- El Derechazo : Se utiliza la misma técnica que en el Natural, pero cogiendo la muleta con la derecha y el estoque montado.
- Pase de Pecho : Después de los Naturales y Derechazos, el toro gana terreno o se queda corto, por lo que se vacía la embestida de la res (que se viene encima) con este tipo de pase. Se da por alto y en el sentido contrario al Natural y Derechazo (dependiendo de con que mano se esté dando).
- Trinchera : Se realiza de deracha a izquierda, recortando la embestida del toro con un muletazo por bajo, con objeto de someterlo y fijarlo.
Una vez realizada la Faena artística al astado, y estando éste quebrantado y fatigado, llega el momento supremo de la muerte del toro. Siempre la realiza el Maestro (por lo que también se les denomina Matadores) y es la culminación de la lidia.
Siempre se realiza de frente al animal y el objetivo es introducirle el estoque en el hoyo de las agujas, para producirle una muerte lo más rápida posible. Hay distintas maneras de realizar esta suerte :
- Recibiendo : Es la forma más primitiva de matar los toros. Cuando la res tiene fuerzas para acudir al cite, el matador se coloca a una distancia adecuada, y alineado con el pitón derecho, con la muleta ligeramente doblada, la mano derecha, que lleva el estoque, pegada al pecho, y el codo a la altura del hombro. Es el toro el que acude hacia el torero.
- Volapie : Es la manera de matar toros parados y sin fuerza. El torero se arranca hacia el animal, llevando baja la muleta en la mano izquierda y obligando a humillar al toro, al tiempo que con la derecha hunde el estoque. Es la manera más habitual de realizar la suerte.
- Al Encuentro : Se arrancan toro y torero y se encuentran a medio camino.
- Suerte Natural : El matador sale entre las tablas y el toro.
- Suerte Contraria : El toro pasa entre las tablas y el matador.
Segundo tercio: banderillas.

El tercio de baderillas es uno de los momentos más espectaculares de la corrida, y se produce una vez que los picadores han abandonado el ruedo.
Así como el primer tercio tiene como finalidad el castigo y quebranto del toro, con objeto de evaluar su bravura, este segundo tercio tiende a reanimarle o alegrarle (alegradores son llamadas también las banderillas) sin restarle fuerzas. Hasta mediados del siglo XVIII se colocaban de una en una y en cualquier momento de la lidia, pero desde entonces se colocan por pares, y en tres ocasiones.
El cometido de banderillear está destinado a los subalternos (a los que también se denomina banderilleros), aunque en ocasiones es el propio matador el que realiza la suerte. Siendo normalmente tres los banderilleros de cada cuadrilla, son dos los que colocan los tres pares a cada toro, por lo que cada uno ha colocado dos pares al final de la corrida. Los pares de banderillas se pueden colocar de muy distintas maneras. Las pricipales son :
- Al Cuarteo : Es la modalidad más frecuente. El toro se sitúa sobre la raya de picadores y el torero frente a él. Cuando el toro se arranca, el diestro saldrá hacia el describiendo un semicirculo hasta que se produce la reunión, momento en que debe clavar el par de banderillas en el morrillo del toro.
- Al Quiebro : El diestro se sitúa frente al toro (en las tablas o en los medios), provoca la arrancada de éste y lo espera con los pies juntos. Momentos antes del encuentro, sacará el pie e inclinará el cuerpo hacia el lado que quiere que pase el astado, y justo cuando éste humille, recuperará su posición original y clavará los palitroques.
- De Frente : Es una variante del cuarteo, en la que se va de frente al toro y recorriendo el mínimo espacio.
- Al Sesgo : Otra variante del cuarteo. La reunión se produce en los medios, el torero clava y sale sin cuartear.
- De Dentro a Fuera : El torero clava desde los adentros, es decir, pasando entre el toro y las tablas. Es bastante arriesgado.
Primer tercio: tercio de varas

Se realiza a caballo y sirve para medir la bravura del animal, asi como para dosificar sus fuerzas para el resto de la lidia. El picador se sirve de la puya para hacer sangrar al toro y comprobar su reacción ante el castigo. También le resta acometividad a su embestida.
La indumentaria e instrumentos del picador son :
- Castoreño : Sombrero rígido confeccionado con pelo de castor y de color miel. Se adorna con la moña.
- Chaquetilla : Bordada en oro pero sin alamares. Lleva protectores.
- Calzona : Corta, fabricada en gamuza y de color hueso.
- Puya : Se coloca al extremo de una vara y tiene forma de pirámide triangular, con 29 mm. de alto y 20 mm. de base de cada triángulo. Una cruceta evita que la puya penetre en la piel del toro más de lo debido.
- Peto : Protección del caballo, formada por dos lonas impermeabilizadas, rellenas de algodón.
- Hierros : Son las armaduras que se utilizan para proteger las piernas del picador. La de la pierna izquierda, que es más corta, impide que el empuje del toro la aplaste contra las tablas. La de la derecha, conocida como 'mona', protege directamente de las cornadas del toro.
- CITA : Se llama la atención del morlaco intentando que embista al caballo. Lo más artítico es coger el palo corto y hacerlo deslizar por la mano ('tirar el palo'), intentando detener al toro, adelantando la vara, antes de que choque con el peto.
- ENCUENTRO : Se señala el puyazo y se carga el castigo. La puya hará sangrar al toro a la altura del morrillo. Su reacción ante el castigo es fundamental para evaluar la bravura del toro. Si es manso suele huir. Se debe embestir 3 veces al caballo.
- SALIDA : Cuando el toro ha recibido el puyazo, hay que dejarlo salir, siendo muy importante no cerrarle esta opción. Una vez que el toro sale del castigo, los toreros comprueban el estado en que ha quedado y si es necesario un nuevo encuentro con el caballo.
El toreo a capote.

El capote sirve tanto al matador como a los subalternos para recibir al toro en su salida al ruedo, y se utiliza tanto en lances artísticos como de brega. Debido a su peso, ha de sujetarse con las dos manos, y se utiliza en todas aquellas suertes que implican correr al astado, pararlo, fijarlo y ponerlo en suerte.
El toreo a capote es utilizado por el matador en los dos primeros tercios (Varas y Banderillas) y por su cuadrilla durante toda la lidia.
El toreo a capote es sumamente espectacular, siendo sus principales lances :
- La Verónica : La imagen de la Verónica portando en sus panos el paño en el que quedó estampado el rostro de Jesucristo ha dado nombre a este lance, fundamental en el toreo de capa. Es también el más frecuente al recibir al toro. El torero, con el capote sujeto con las dos manos, cita al morlaco, adelantando el capote y sacando hacia atrás la pierna contraria. Así se atrae la embestida. Al acabar, se adelanta la pierna que antes se retrasó, quedando colocado el torero para la siguiente Verónica.
- La Media Verónica : Variante de la Verónica en la cual el torero, apenas le sobrepasa el astado, recoge el capote de costado, obligándole a girar a su alrededor. Suele ser la manera de rematar una serie de Verónicas.
- Largas : Lances en los cuales el torero suelta el capote de una mano. Admite muchas variantes.
- Gaonera : Pase que se realiza con el capote cogido por la espalda, con una mano recogida en la cintura y la otra extendida, que es la que lleva al toro.
- Chicuelina : Inventado por el maestro Cichuelo, es uno de los pases m&aaêþte;s repetidos. El torero cita como para una Verónica, pero cuando el toro mete la cabeza, el diestro gira en sentido contrario al del morlaco.
- Porta Gayola : Se recibe al toro nada más salir de chiqueros, de rodillas y mostrándole todo el engaño. Es una suerte muy peligrosa y espectacular.
- Faroles : El torero pasa el capote por encima de su cabeza y gira el cuerpo para quedar situado frente al toro al terminar el lance.
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